miércoles, 28 de junio de 2017

Almost Blue.

Vamos despacio, que no hay apuro.
Todavía queda tiempo,
y las paredes están calientes.
Hay tres puchos y un poco de café.
Dale, que afuera llueve...
Pero aquí adentro se está tan bien, ¿No?
No importa, mejor sentate y disfrutá.
Que la noche es joven, impetuosa como vos.
Yo la emulo tras la cortina, ¿Sabes?
Ahí viene el piano y la trompeta.
Tranquila, que la puerta está abierta.
Que no solo nos acompañen por fuera.
Deja que se te metan en el alma también.

miércoles, 7 de junio de 2017

Se está volviendo un hábito, una constante repetición.
Un canal, otro canal...
Sí, incluso lo estoy disfrutando.
Saco cerilla y abro ventanas...
Que cada noche.
Un cigarrillo, dos cigarrillos...
Saques lo peor de mí.

Tal hora bajo la luna.
Una estrella, dos estrellas...
¿Importa el tiempo cuando todos duermen?
Quién diría que de nuevo estaría enfermo;
Enfermo de Rayuela y canciones de amor.
Enfermo de Baudelaire y nostalgia pueril.
Quién diría que me fui de bruces contra ti.
Que la vigilia tiene nombre.
Y quién ignoraría que lo ignoras,
Si es evidente a todas luces,
Que ya no hay escasez,
No, ahora hay sobrecarga de ti.
Seis cigarrillos, siete cigarrillos.
Y aquí viene el sol...

domingo, 4 de junio de 2017

Limerente.

Te vi sin querer,
y te vi a retazos...
Ahora comprendo
Que me tengo que ir.
Pues nadie merece
Contemplar un ángel.
Ver la perfección en lontananza,
Inalcanzable, infinita.
Me voy, sirena,
Pues mientras más me quedo,
Más tiempo me dueles.

Confesiones.

Hablemos del pasado, ¿Quieres? Y sé que hablaré sólo yo esta vez; no porque quiero ni mucho menos porque me lo pidas.
No, hoy hablo yo porque me has dejado sin remedio, ¿Sabes lo macabro y placentero que es disfrutarlo? En fin, hablemos de los buenos días.
De cuando dormía y respiraba aire limpio.
De cuando no tragaba humo a diario y no cantaba embriagado.
Te hablo de esto porque ya en esos tiempos eras un recuerdo, una reminiscencia.
No espero que entiendas, pues la verdad es que no quiero que lo hagas.
Sólo te digo que te vi llegar hace años; una y otra vez, y siempre, siempre, ¿Puedo seguir? Siempre te veo partir.
¿Ves? No te miento en algo: me dejaste jodido y con ganas de fumar, me dejaste con marañas de versos y prosas que te destilan, me dejaste seco y con gustos de mierda, puedo seguir toda la madrugada, ¿Quieres que lo haga?
La verdad no te entiendo, ni me entiendo a mí.
La verdad es que siempre tengo sueño, pero nunca duermo.
Y la verdad es que después de cada intermitencia, cada condenado viaje que haces.
La verdad es que me destruyes.
Y la verdad es que me encanta que lo hagas.

La descendencia y los lunares.

¿Qué podría decir?
Si ya lo sabes todo, Aurora,
pues no importa cuantas veces
Te bese.
Te rechace.
Te acaricie,
y te lastime.
No importa, porque con cada muerte te levantas,
Más fuerte.
Más perfecta.
Y la verdad es que te amo.
Y la verdad es que te odio.
Ya ves, que me siento demente,
Con tus rostros,
y tus sonrisas.
Tus innumerables pieles,
¿Cómo eran? No importa.
Una a una las borro
Las olvido.
Me desintoxico de ti.
Y con ello se vence el hospedaje
De todos tus cuerpos en mi ser.
Hoy caminas y eres parlanchina,
eres nívea, eres suspiro.
Pero bien sé que no es eterna tu piel.
Que no es real tu sonrisa,
Ni tu mirada.
Pues lo único puro y verdadero,
Es tu nombre.
Aurora, la mujer de mil voces, nombres y amores.