jueves, 20 de julio de 2017

Aquellos viajes de enero.

De repente, el minuto se vuelve sudor,
Las ventanas se empañan y tiemblan,
Entonces, aquí adentro todo es rojo,
Nosotros, el cigarrillo y la almohada en el suelo.
Date la vuelta y mira, que el tiempo sigue ardiendo,
Mientras afuera, la lluvia cae sin prisa.
Uno, dos, y entonces saltamos al cinco.
Estamos bien cuando corremos, sin correr en serio,
En la habitación, en vos, y todo se quema.
La pulsión húmeda, las mordidas, todo tiene ese sabor.
Miras sin mirarme, mientras juego a esconderme en ti.
La  madera chilla y tus ojos se iluminan como cirios.
Estamos juntos bajo el velo, acoplados, siendo más uno que dos y más que uno y así vamos...
Vibran tus cielos pues, desde el fondo, infinito,
Y sueltas placer para mojarme con tu lluvia bajo el techo.
Te vas a otros lados, siempre mía, fugaz y con premura.
Cuando el sol salga y sea un nuevo día, algún día...
Sentirá envidia y se irá a otra ventana,
Pues ya no necesitaré su calor nunca más.

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